RSS Feed

martes, marzo 13, 2007

Piel Quemada

Un día normal, nada que lo diferencie del anterior.

El despertador suena exactamente igual cada mañana, y ella se levanta como de costumbre para ir a trabajar. Sin prestar demasiada atención y casi como si fuera un zombi, toma del closet cualquier jean y un lindo suéter de esos que quedan perfectamente amoldados al cuerpo. Da un par de cepilladas a su cabello liso, oscuro y largo hasta la mitad de su espalda. Algo de rimel para las pestañas que enmarcan sus ojos profundos y rasgados. Sólo un poco de brillo para vestir sus labios carnosos, llenos de la sensualidad y la energía propias de los “veinti-tantos”.

Montada en el carro, irremediablemente atrapada en el tráfico de la autopista y tratando de cruzar la ciudad a las 7:30 de la mañana, hace reflexión sobre su vida, un poco para convencerse de que no todo es tan grave ni serio como parece, aunque de antemano sabe que el intento será fallido.

__ Las cosas no me han salido mal a final de cuentas, sin duda a mi edad he logrado mucho más que la mayoría de mis compañeros: graduada con excelentes notas, de las primeras de mi promoción, excelente trabajo, buen cargo, maravillosas expectativas de crecimiento profesional, no me quejo gano bien, me doy mis gustos, además tengo una familia como pocas y para ponerle la cereza al helado, tengo una pareja estable con la que me siento a gusto, y eso es muchísimo más de lo que podría decir cualquiera de mis amigas.

Corneteo, la cola no avanza, caras angustiadas de evidente retraso en las ventanillas de los demás autos, y en ella silencio, ese extraño sonido de la nada comiéndola por dentro, ese hueco en la boca del estómago que hábilmente produce el desasosiego.

__ Esta condenada sensación otra vez…¡¿por qué rayos me siento así?!

No quiso contestar esa pregunta, prácticamente huyendo de la respuesta subió el volumen de la radio, a ver si así le cerraba la boca a su consciencia y la dejaba tranquila al menos por un rato. Preferible evadirse que enfrentarse a sí misma.

Una vez en la oficina la rutina se encargó se distraer su mente, entre presupuestos, cuentas, números y correos, así solían pasar sus días en el Departamento de Finanzas de esa gran corporación internacional. El tedio ya estaba alcanzando a su trabajo, sí ese trabajo que tanto la entusiasmaba en un principio, ese trabajo que era como un sueño alcanzado empezó a tornarse lento y pesado. Lo único que brindaba un pequeño aliciente era su nuevo jefe.

Lo había visto varias veces en los pasillos del Departamento de Contabilidad, en Auditoría y honestamente en ese entonces le resultaba antipático, le daba la impresión de ser un hombre frío, exigente desmedido, casi despiadado, el típico hombre que se concentra únicamente en su éxito sin importar a quien atropella en el proceso. Por eso, cuando lo cambiaron a Coordinador de Finanzas, Rebeca vio una nube gris sobre sus días en la corporación.

Estaba absolutamente convencida de tener el don de poder “leer” a una persona con sólo mirarla, y tenía certeza de que el juicio que se había formado de él era acertado. Sus dotes de pitonisa nunca habían fallado. Sin embargo, con el pasar de las semanas se daría cuenta que estaba equivocada.

No sólo ese hombre había resultado ser absolutamente amable y gentil, todo un caballero, sino que además era un excelente jefe, del tipo que comparte sus conocimientos enseñando a los miembros de su equipo, preocupándose por entablar una relación sincera con cada uno de ello, procurando sacar el mayor provecho de sus habilidades y destrezas. Eso para ella significaba una bocanada de aire fresco, pues le gustaba discutir con él sus ideas sobre el manejo del presupuesto, él gustosamente la escuchaba y le daba nuevas ideas para trabajar.

Llegó el momento en que ese hombre comenzó a parecerle incluso atractivo.

Claro, cada vez que lo miraba a los ojos y sentía ese cosquilleo, ella inmediatamente descartaba la idea repitiéndose en un monólogo interminable:

__ ¡¡Olvídalo!! Es tu jefe, debe ser una relación estrictamente profesional. El está casado y tiene una hija. Tú tienes novio y se supone que eres feliz…Además él jamás se fijaría en tí…¡¡¡así que hazme el favor y te sacas esa locura de la cabeza!!!!

¿El jamás se fijaría en Rebeca? La pitonisa falló de nuevo.

Cada vez se hacían más intensas las miradas, el tono de voz cambiaba, suave y dulce, cuando tenían oportunidad de cruzar palabras sin la presencia de nadie más, se procuraban más ratos a solas en la salita de reuniones para “discutir” el presupuesto de los meses por venir, las conversaciones casi siempre terminaban en un derrotero personal, mucho más íntimo del esperado.

Un buen día, en un mar de números en la sala de reuniones, él dijo las palabras que tenía aprisionadas entre pecho y espalda...le gustaba, se sentía atraído por ella, y no tenía intenciones de impedir en lo absoluto cualquier cosa que pudiese pasar entre ellos. Claro, ella como toda una dama rechazó semejante insinuación. El, como todo hombre, insistió.

Esa noche Rebeca no pudo dormir, pensaba:

__ Esto es jugar con fuego y yo soy la única que resultará quemada.

Pero lo cierto es que no le importaba quemarse. De hecho quería que ocurriera. Dejando de lado las poses de niña buena y perfecta, quería hacerlo y mandarlo todo al diantre, después de todo él significaba la oportunidad de romper con su vida linda y perfecta, aburrida y gris.

¿Qué ocurrió después de esa noche? No lo sé, lo único que puedo decir es que desde entonces en el apartamento de mi vecina Rebeca, siempre hay un embriagador olor a piel chamuscada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Debe ser lindo salir de la rutina de esta manera.
A veces juzgamos a las demas personas por su apariencia pero no nos damos cuenta de sus sentimientos, que la mayoría de las veces logran cambiar la percepción inicial cuando nos preocupamos por conocerlas un poquito mas.
Jnani escribes muy lindo, ojala podamos contar con mas relatos de este tipo en el futuro. Besitos.

Unknown dijo...

Jnani me gusto tu relato, ¿sera que la protagonista se parece a ti?, no te ofendas, estoy jugando al adivinador. yo creo que todos los personajes que creamos tienen un poco de nosotros mismos, aunque nuestras vidas sean muy diferentes.