Enterrada Viva

__ Cuando estaba en mi luna de miel tuve un sueño. Estaba sumida en la nada, en total obscuridad y, aunque no podía ver, sabía que estaba en un lugar diminuto porque apenas tenía espacio para moverme. No entendía qué pasaba, estaba desorientada, sólo percibía un silencio aplastante que me taladraba los oídos y un olor…el aire era espeso, pesado, olía a tierra húmeda; quería respirar, pero a cada intento mis pulmones se comprimían sin una gota de aire dentro de ellos, sólo aspiraba muerte; y entonces lo entendí: estaba en una tumba, enterrada viva, muriendo. Me apuñaló el dolor más intenso que puedas imaginar, aquí en la boca del estómago – dijo señalándose – un dolor agónico se extendió por todo mi cuerpo, como si me quebrara en pedazos; quería gritar y la voz no me salía, apenas un susurro ahogado; sentía la sangre golpeando con sus últimas fuerzas en mis venas, podía oírlo, cada latido era un mazazo en mi pecho, las sienes me crujían con cada pensamiento. Estaba enterrada viva, muriendo.

Seguía ida, como en otro mundo, y hablaba tan bajo que el oficial Suárez tuvo que acercarse para poder escuchar lo que decía.

__ No entiendo a dónde quieres llegar con todo este cuento.

Por primera vez desde que llegó a la Comisaría hace más de una hora, lo miró fijo con unos ojos negros, abismalmente profundos y con un brillo que por fin dejaba ver la infinita ira que había en ella.

__ Quiero decir que llevo años muerta en vida y sólo le pagué con la misma moneda al que me mató primero.