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miércoles, diciembre 06, 2006


“No se requiere mucho esfuerzo para cambiar las circunstancias externas, pero el letargo interior tiene siglos de antigüedad. La inconsciencia es tan primitiva, sus raíces son tan profundas, que se necesita una completa determinación de tu parte, una tremenda determinación, un propósito, una profunda implicación. Tienes que arriesgarlo todo. A menos que esto suceda, es imposible que cambies, seguirás siendo el mismo.”OSHO

Definitivamente es cierto, el letargo y la inconsciencia están tan profundamente arraigados en la mente de tantos venezolanos (supuestamente, 7 millones) que cabe perfectamente apelar al viejo adagio “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”. Que tristeza pensar que nuestro hermoso país se merezca un gobierno completamente inepto, incapaz, mediocre e incompetente, donde 7 millones de personas en lugar de ser cada vez más productivos se conformen con las míseras limosnas que les da el gobierno, que estén plenamente convencidos que no son ellos los que se forjan y labran sus propias oportunidades sino que éstas sólo pueden provenir de un Estado paternalista que les dé todo servido en bandeja, que piensen que no son dueños de su futuro y que su porvenir depende de la influencia de “otro”, que existe una suerte de titiritero que los maneja a su antojo y que no pueden hacer nada por evitarlo pues está completamente fuera de su control…¡Cuánta telaraña mental!

Sin embargo, existe otra Venezuela, con una cara y una realidad muy distinta, gente que trabaja y es productiva, que sabe que los días por venir dependen única y exclusivamente de las decisiones y las acciones que ejecutemos, gente que no depende de nadie para salir adelante más que de su propio esfuerzo y determinación, gente que no se queda en palabritas edulcoradas sino que actúa y además da resultados y por tanto los exige, gente que sabe lo que significa la competencia (no de competir, sino de ser competente) y la practica fielmente.

Aunque seamos dos grupos diametralmente opuestos, nos une una misma realidad, ser Venezolanos, existir en la misma tierra y por lo tanto tenemos que convivir, pero no una convivencia resignada, sino una en la que se comprenda que todos podemos estar mejor (todos subir a nuevos niveles, no descender juntos a abismos cada vez más profundos, esa es la diferencia de mentalidad). Tal vez sea un trabajo duro, porque desmantelar el basurero mental que muchos tienen y que han venido pasando de generación en generación es trabajo que lleva mucho tiempo (basura y tiempo del que se ha sabido aprovechar muy bien el Gobierno para mantener a sus “súbitos” sometidos y sumergidos en el lodazal que ha creado para ellos), pero tal vez sea posible en el mediano y largo si logramos sembrar en lo más profundo de sus conciencias una pequeña semilla de sensatez, otras varias de autoestima, varias más de deseo de superación personal y un inmenso puñado de autorrealización.

Prefiero seguir pecando de optimista y pensar que en algún futuro lo logremos, tal vez de esa manera el golpe de pragmatismo que recibo a diario, y que insiste en convencerme de lo contrario, sea menos contundente!!!

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